
Las personas que hoy gozan de ser mayores, habitaron nuestra ciudad en una época en que las calles eran empedradas, el transporte era en tranvía, el bus costaba veinte centavos y una gaseosa costaba un sucre. La ciudad era pequeña, la mayoría de las calles eran de doble vía y circulaban pocos carros. El Sr. Arturo Ubillús recuerda que lo que hoy conocemos como Urdesa, era apenas un lugar con unas cuantas casas y una gran tienda de abarrotes, lo que luego fue Supermercado El Rosado y lo que hoy es Mí comisariato.
Los ciudadanos de esa época vestían camisas mangas cortas y guayaberas, mientras que las mujeres con vestidos especiales y un abanico, cuyo lenguaje era transmitido a sus pretendientes.
Antes de la adolescencia, los varones usaban pantalones bombachos y cuando ya eran jóvenes usaban el pantalón largo.
Un apartado especial ocupa la vida del Malecón: habían carretillas a todo lo largo donde vendían seco de pollo y guatita hasta altas horas de la madrugada. Era muy concurrido y la comida era deliciosa. Después de las fiestas era un lugar de visita obligada.
La mayoría de las fiestas eran privadas, por lo que el American Park era un lugar famosísimo donde se presentaban artistas de renombre al igual que en la famosa feria de Caraguay en la que estuvo Sandro, Raphael, Roberto Carlos, Juan Cavero y grandes orquestas nacionales, como la Blacio Jr., la Falconí Jr.
Epoca de muchas tradiciones y buenas costumbres, de gente amable y servicial cuya compañía era agradable. Por ejemplo, el transporte hacia la costa era en chiva, asientos de madera y largas filas. En época de carnaval todo el carro se cubría con una gruesa lona para que los pasajeros no sean mojados con agua de pescado y a veces hasta lodo.
El acceso a la lectura era restringido. No había muchas librerías. Si se quería leer se tenía que acudir a la Biblioteca Municipal, pues estaba reservado para la gente 'pudiente' el tener bibliotecas privadas. La vida cultural era restringida. Además no todas las personas sabían leer y escribir.
Esta es una generación de "la radio". Todas las noticias, las novedades, eran transmitidas por la radio. Muchas voces, como la de Blanca Salazar, se hicieron famosas en las radionovelas que se transmitían tanto en la tarde como en la noche, al igual que los noticieron con dramatizados en los que finalizaban diciendo "...y el tiempo sigue su marcha" así como ahora escuchamos la voz de Eduardo González en el noticiero de TC diciendo "...y esto ya es historia".
Las cocinas de los hogares eran a kérex o al carbón y la mayoría de las casas eran de madera, esta fue una de las razones por las que se iniciaban y propagaban rápidamente los incendios.
También estaban los pregoneros, los que hoy llamaríamos vendedores informales que se pasean por los barrios voceando sus productos. Cada 'pregonero' tenía su rima como por ejemplo "boooola e' maní, tu tía para mí" "pan panadero, pan blanco, recién salido del horrrrno" y así el ropavejero, el carbonero, el vendedor de kérex en carretilla tirada por burritos, el afilador de cuchillos, etc.
Estos son los años de nuestros abuelos y abuelas, personas valiosas que vivieron en el "Guayaquil de Antaño" donde no había necesidad de cédulas ni garantías para comprar sino que la palabra era suficiente, una ciudad en la que todas las personas en los barrios se conocían, se invitaban y se reunían por las noches a conversar en los portales y si llegaba un vecino nuevo, se les enviaba una canastita de dulces de bienvenida.
Nuestra ciudad ha cambiado, ahora es ya casi una metrópoli, llena de autos y de miles de personas, pero este es el precio de la modernidad y así la habitamos. Lo importante es no perder nuestras tradiciones y recordar siempre que las generaciones anteriores a las nuestras responden a un estilo de vida de acuerdo a la época en que vivieron y que se merecen todo nuestro respeto y consideración pues son tan guayaquileños y guayaquileñas como nosotros.